Las profes Estela Silva y Natalia Velásquez estuvieron reflexionando sobre esta fecha
y nos comparten una propuesta. ¿Se prenden?
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Cuando éramos chicas –no pasó hace tanto- en Buenos Aires, el 12 de octubre
implicaba un día sin escuela y un acto conmemorativo, que podría ser antes o
después. Disfraces de arpillera y témpera en la cara, dibujitos de tres carabelas en
pizarrones y carteleras, retrato de Colón descubriendo América, ensayos con música
que siempre sonaba ajena y espaditas de cartón forradas con papel aluminio eran
parte de la coreografía escolar a esta altura del año.
Un tiempo más tarde, ustedes llegaban al mundo. Quizás se acuerdan que, cuando
solían usar guardapolvos a cuadrillé y/o con bolsillos gigantes, el paisaje escolar del
12 de octubre comenzó a cambiar. ¡Hasta puede que tengan fotos digitales! Colores
en toda la escuela, comidas ricas (a veces nuevas, otras, súper conocidas), bailes que
traían recuerdos, historias propias y de otrxs se hacían eco, canciones cercanas. Ya
no había disfraces, sino trajes típicos.
Este día no es como cualquier día sin escuela. Es un día sin horarios. Es una
oportunidad para repensarnos, para conocernos; para preguntar a nuestros familiares
sobre los lugares en donde nacieron, para hablar de las lenguas que conocen y que
quizás ustedes no, para aprender alguna palabra nueva, para preguntarles a qué
jugaban cuando eran pequeñxs, qué hacían cuando no iban a la escuela. Es un día
para intercambiar historias.
Creemos que esta es una forma de mantener vivas a las culturas. Conocerlas nos
permite respetarlas y respetarnos.
Esperamos que puedan tomarse un ratito para aprovecharlo y lo disfruten mucho.